Transgénicos, genética modificada en tu mesa ¿sí, o no?
¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de los transgénicos? Vamos a mostrar todos sus pros y contras, y saber cual es saludable y cual no.¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de los transgénicos? Vamos a mostrar todos sus pros y contras, para que cada cual decida si ésta práctica es o no sostenible, y saludable. Son muchas las ocasiones en las que consumíamos productos transgénicos sin saberlo, pero actualmente la UE decidió etiquetar los productos modificados genéticamente. Aun así, entran masivamente en nuestra alimentación, ya que son utilizados en piensos que alimentan animales, y en estos casos no se muestra en la etiqueta. España uno de los pocos países europeos donde casi el 100% de los piensos contienen transgénicos. Los OMG, ¿beneficiosos o peligrosos?
¿Cuándo un alimento es transgénico?
Los transgénicos son aquellos que han sido manipulados genéticamente, para transferir un gen de un organismo a otro, con el fin de dotarle de una cualidad especial de la que carece o eliminar una que es poco favorable. Así, la modificación genética produce plantas transgénicas con el fin de que puedan resistir plagas, aguantar las sequías, o algunos herbicidas.
Qué tienen de favorable
Paul Boyer, Premio Nobel de Química, resume así sus ventajas: “Mediante la ingeniería genética se pueden obtener plantas que producen más, que presentan una mayor resistencia a los insectos, enfermedades y malas condiciones del suelo, que portan los nutrientes necesarios, reducen el uso de los cuestionables insecticidas químicos, carecen de antígenos indeseables, y se conservan mejor. Este tipo de ingeniería genética puede ser muy útil para alimentar a una población en aumento y reducir costes y daños para el medio ambiente.”
Sobre todo, los argumentos esgrimidos a favor de los transgénicos, es que éstos consiguen ser más fuertes, por lo que se mejora la productividad. También pueden convertirse en plantas que produzcan más, o que se adapten a un suelo que en principio no resultaba fértil para algunas especies, lo que resume uno de los argumentos con más peso: paliar la hambruna mundial.
Argumentos contrarios
Principalmente, aún no se conocen a largo plazo los efectos sobre la salud. Alergias, intolerancias o incluso tumores, son consecuencias sobre la salud que se esgrimen desde algunos sectores científicos y organizaciones ecologistas.
Organizaciones en contra, como Greenpeace, solicitan la prohibición total de cualquier tipo de producción transgénica en Europa, basándose en la aplicación del "principio de precaución" (que ya ponen en práctica Alemania, Italia o Francia) ante "los probables riesgos de esta tecnología" y se opone a la liberación de organismos modificados genéticamente en el medio ambiente y en el desarrollo natural de la vegetación. Sin embargo, no es contraria a la experimentación biotecnológica en laboratorio ni a sus aplicaciones médicas. No se oponen a la biotecnología, siempre que se haga en lugares controlados, que no conviertan el medio natural en un gigantesco experimento.
Otro de los argumentos, es que algunos productos genéticamente modificados contienen genes resistentes a antibióticos, lo que puede incrementar la resistencia también en humanos y en insectos.
Ser firmes contra el monopolio de las semillas
Pero uno de los mayores problemas, del que sí se conocen efectos, es el monopolio sobre las semillas, ya que únicamente diez multinacionales controlan casi el 70% del mercado mundial. Estas multinacionales obligan a los agricultores a utilizar únicamente sus semillas, lo que ha motivado un debate a nivel mundial, ya que empresas como Monsanto restringen el uso de sus semillas a una sola cosecha. Así, cada año, los agricultores deban comprar nueva simiente y no puedan replantar la producción anterior. Resultado: limitación y dependencia de los agricultores, y jugosos ingresos para la compañía. Un agricultor plantó una variedad propia, y Monsanto ganó el juicio recientemente por haber violado la patente. Encontramos también un argumento que desmonta la finalidad de reducir el hambre en el mundo, y es el de que los precios de las semillas son excesivamente elevados para las zonas más subdesarrolladas del planeta.
Así, el tema de los transgénicos se convierte en algo similar al de los medicamentos genéricos: India decidió recientemente oponerse a comprarlos a grandes multinacionales y ha optado por fabricarlos ellos mismos. Esta debe ser la postura de los países frente a las grandes multinacionales que comercian e imponen sus semillas transgénicas. España y Portugal, son actualmente los únicos países de la UE con cultivo de transgénicos, que provienen de Monsanto. «No vamos a hacer ningún trabajo de lobby más para el cultivo en Europa», aseguró el portavoz de Monsanto Europa, Brandon Mitchenee, porque no hay aceptación ni demanda por parte de gobiernos, población y agricultores.
Se deben evitar los grandes monopolios de estas empresas, que a largo plazo copan totalmente el mercado e incluso consiguen que se modifiquen las leyes en los países que se someten a sus condiciones. Se ha de liberalizar el mercado y actuar con transparencia en un tema tan delicado como es la modificación genética destinada a consumo humano, y no aceptar o permanecer bajo el yugo de las grandes multinacionales.
Los transgénicos en el mundo
Actualmente, es en EEUU donde más extendido está su cultivo, con 69 millones y medio de hectáreas de algodón, soja, maíz y otros (tomates, pimientos, colza…), frente a los 0,1 millones de hectáreas españoles, dedicados al maíz. Brasil es el segundo, con 36, 6 millones, superando ya al cultivo de ‘naturales’.
En medio de todo el debate, la situación actualmente es que Monsanto ha dejado de impulsar activamente sus productos en la UE, excepto en los países donde ha existido apoyo político (España, donde no hay apoyo de los agricultores pero sí político, y Portugal).
También BASF, el gigante de la industria química, confirmó en 2012 el abandono de sus planes en Europa debido a la oposición popular, pero la polémica continua. Los inconvenientes más claros, la falta de previsión de efectos a largo plazo y las semillas, que no son de todos, ya que junto con sus pesticidas asociados resultan demasiado caros para pequeños campesinos de, por ejemplo, África.
Con todos estos datos, transgénicos, ¿sí o no? Una decisión no exenta de polémica.