Creatividad animal para adaptarse al cambio climático
Los efectos del calentamiento global han obligado a muchas especies de animales a desarrollar su imaginación para sobrevivir. ¿Quieres conocer algunos insólitos ejemplos de adaptación?
Animales que han sido capaces de adaptarse al entorno
Los efectos del calentamiento global son visibles en nuestro planeta y cada vez van más en aumento. Desde el año 2016, mes a mes, batimos récords de calor en las superficies terrestre y oceánica, marcas que están pasando factura a multitud de ecosistemas del planeta.
El aumento del nivel del mar, alarmantes variaciones de temperatura, el deshielo de los polos, cambios en los patrones pluviales…, en definitiva, una demoledora destrucción del hábitat. Y este es uno de los problemas más graves a los que se enfrenta el reino animal, ya que numerosas especies podrían ampliar la lista de animales en peligro de extinción o, lo que es peor, terminar extinguiéndose, a causa de las variaciones climáticas.
Sin embargo, algunos de ellos han sido capaces de adaptarse a los nuevos entornos. ¿Cómo? Con un poco de imaginación y elaborando todo tipo de argucias fisiológicas, conductuales o morfológicas para sobrevivir. ¿Quieres conocer algunos ejemplos de adaptación de los seres vivos?
Dipnoi o el arte de inventarse un pulmón
Si viene el calor, con él lo hacen las sequías. De ahí que muchos animales hayan tenido que adaptar sus organismos a esta vertiginosa escasez de agua.
El dipnoi lo ha hecho hasta el límite de, cuando le interesa, dejar de ser lo que es: un pez. Esta especie de anguila vive en ciénagas y pantanos. Si se secan, son capaces de transformar su vejiga en un pulmón funcional con el que respiran aire para vivir durante las temporadas secas enterrados en el lodo fuera de su hábitat. Gracias a una mucosidad que segregan quedan envueltos y en estado de estivación, hasta 5 años si lo necesitan, antes de que vuelvan a tener cerca agua disponible.
Las cigüeñas prefieren quedarse
Cada vez que programamos un viaje tenemos por costumbre mirar qué tiempo hará en nuestro destino, un factor que a veces puede determinar que finalmente lo hagamos o no. Pues algo parecido está pasando con numerosas especies de aves y el cambio climático.
Y es que muchas aves migratorias están modificando sus calendarios de migración o, directamente, eliminándolos para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas de sus hábitats. Esto ocurre con las cigüeñas quienes, gracias a que los inviernos son más benignos, se están haciendo sedentarias e, incluso, adelantan la fecha de reproducción y la ajustan a las primaveras más tempranas.
Una de las curiosidades de esta adaptación es que los descendientes de estas cigüeñas sí conservan el gen migratorio: vuelan a África cuando son competentes para ello, pero tres o cuatro años después, terminan por quedarse en donde nacieron.
La pulga de agua a la que le va mejor sola que en pareja
Algunas especies guardan en la manga un as reproductivo que ponen en práctica cuando alguna variación medioambiental les manda una alerta. Se trata de la partenogénesis, es decir, una reproducción asexual que no necesita de macho y hembra para procrear, sino que las células sexuales femeninas progresan sin ser fecundadas.
En el caso de la pulga de agua, la señal se la da el calor ambiental, ya que este pequeño crustáceo depende directamente de la temperatura. Su mecanismo de adaptación al medio hace que se reproduzcan más en los meses cálidos, dando lugar a ejemplares femeninos, y en inviernos reducen de manera considerable su actividad reproductiva.
Una reacción que los investigadores parece que están utilizando como indicador de las variaciones climáticas.
Osos polares y osos pardos, una hibridación de éxito
El deshielo en el Ártico está poniendo en contacto especies que antes jamás habrían coincidido en el mismo espacio geográfico. Es el caso de los osos polares, que pasan cada vez más tiempo en tierra a falta de zonas heladas en verano, y de los osos pardos, que ascienden latitudes gracias a que mejora el clima en las cimas. Que los unos bajen y los otros suban ha dado lugar a lo que los científicos llaman una hibridación, el cruce genético de ambas especies para dar lugar a otra.
En 2006 un cazador abatió un oso blanco con manchas amarronadas cuyos genes demostraron provenir de una osa polar y un oso pardo. Cuatro años más tarde, otro cazador descubrió un nuevo ejemplar cruzado, pero esta vez de segunda generación, es decir, procedente de un híbrido y un oso polar, lo que demuestra no sólo el encuentro entre las dos especies, sino el éxito evolutivo de su cruce, que ha logrado descendientes sanos y fértiles.
Sapos que ponen en hora su reloj reproductivo
El cruce de animales no es algo nuevo, incluso los humanos modernos somos producto del intercambio genético. Pero la velocidad a la que se cruzan las especies, según investigaciones, se está acelerando por las consecuencias del cambio climático.
Y es que otra muestra de hibridación la encontramos en el sapo Bufo bufo y el sapo Bufotes balearicus. El calentamiento global ha provocado que una de las especies haya demorado su ciclo reproductivo para coincidir con el de la otra, quien, por su parte, ha comenzado a establecerse en espacios que antes no habitaba. Dos variedades distintas que intentan sobrevivir gracias a los genes que se prestan entre parientes.
La genética siempre es soberana y en este caso ha levantado un muro entre ellas para evitar la prosperidad de una nueva especie surgida de la hibridación, ya que la generación resultante de ambos sapos parece que no es capaz de sobrevivir.
Fuentes: El Mundo, El País, BBC, Scientific American, National Geographic