¿Qué es la desertificación?
Causas, consecuencias y medidas para evitar este problema letal para el planetaLa desertificación es un proceso por el cual las tierras fértiles de las zonas secas del planeta van perdiendo su capacidad productiva hasta convertirse en tierras improductivas y desérticas.
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Desertificación vs desertización, la clave está en el ser humano
A menudo utilizamos desertización y desertificación como sinónimo cuando nos referimos a este proceso de agotamiento de la tierra, pero lo cierto es que no lo son. La presencia del ser humano en la ecuación es lo que marca la diferencia. En la desertización las causas del deterioro son estrictamente naturales; sin embargo, en la desertificación participan, además y de manera determinante, las actividades humanas.
La deforestación para la implantación de cultivos y la obtención de energía, las malas prácticas agrícolas (siembras sin respetar la rotación, con inversión de horizontes, el trabajo en suelos desprotegidos durante el período seco o la mala planificación de fertilizantes), la gestión irresponsable del agua, (sobreexplotación de acuíferos, riego ineficiente, selección de especies no integrada con las condiciones locales) o el sobrepastoreo son algunas de las causas inducidas por el ser humano que más aceleran el empobrecimiento de los suelos. Pero, además, el cambio climático, también provocado por especie humana, y el pack de destrucciones que porta consigo, sequías, incendios, erosión…, son los responsables de una degradación veloz y convulsa que está afectando a todo el planeta.
Según Naciones Unidas, más de 24 billones de toneladas de suelo fértil desaparecen cada año. Hoy en día dos tercios de la Tierra están en proceso de desertificación, y si no tomamos medidas, en 2050 se perderán un millón y medio de kilómetros cuadrados de tierras agrícolas más: la superficie equivalente a toda la tierra cultivable en la India. Estos suelos son vitales para mantener la biodiversidad y para alimentar a la población.
Botón de muestra es cómo el cambio climático está provocando que el "oeste" estadounidense se desplace hacia el este o cómo el Mar de Aral, el que era el cuarto lago más grande del mundo, ha pasado a no estar ya ni entre los 20 primeros y la UINC ya lo ha catalogado como un ecosistema irrecuperable.
Pero parece que, por ahora, las acciones para atajar la desertificación que está poniendo en práctica, por ejemplo, la Unión Europea adolecen de ineficiencia. Un informe del Tribunal de Cuentas publicado hace solo unos meses pone de manifiesto la vulnerabilidad de los países de Europa frente a la desertificación y que las medidas de la Comisión para afrontarla carecerían de coherencia.
La realidad es que la dimensión del problema requiere de un compromiso determinante por parte de la comunidad internacional. Las medidas regenerativas para frenar la desertificación son demasiado costosas y de dudosos resultados, por lo que las acciones preventivas deberían marcar el camino de esta lucha.