Fracking ¿una técnica rentable?
¿Qué es el fracking y qué consecuencias medioambientales genera?¿Qué es el fracking y qué consecuencias medioambientales genera? El Fracking es una técnica para extraer, mediante una fractura hidráulica, el gas natural que se acumula en poros y fisuras de algunos tipos de rocas, en lo que se llaman yacimientos no convencionales. El gas extraído, se conoce también como gas pizarra, y es un hidrocarburo en estado gaseoso que se encuentra en formaciones rocosas sedimentarias de grano muy fino, y que no sale a la superficie, por lo que se ha de extraer mediante la debatida técnica del fracking.
Pero la pregunta a la que queremos encontrar respuesta en este artículo es, ¿realmente renta la extracción de gas pizarra? La polémica comienza en 2011, cuando Patxi López, entonces lehendakari vasco, anunció que en Euskadi se había encontrado una reserva del hidrocarburo que podría abastecer a toda España durante cinco años. Las empresas encargadas de promover y poner en práctica el fracking, como puede ser Shale Gas España, argumentan que así dependeremos menos del carbón, y que emitiremos menos CO2 a la atmósfera, además de generar puestos de trabajo. Aunque sea una realidad que España puede tener grandes reservas de este gas, queremos conocer con mayor detalle cómo funciona el fracking, para poder tomar una decisión de cara a largo plazo.
¿Cómo funciona el fracking?
La técnica necesita realizar cientos de pozos ocupando amplias áreas e inyectar en ellos millones de litros de agua cargados con un cóctel químico y tóxico para extraer el gas. Mediante estas perforaciones y pozos, se introducen tuberías. A una profundidad de hasta 5.000 metros, se perfora nuevamente, esta vez en horizontal. Entonces se introduce gran cantidad de agua mezclada con químicos y explosivos, a presión, y se producen pequeñas explosiones que rompen la roca y liberan el gas pizarra, que saldrá nuevamente por las tuberías a la superficie. Es en este proceso donde se ha demostrado que puede haber escapes de agua contaminada con productos químicos, además de actividad sísmica inducida por las explosiones.
El fracking, por tanto, produce efectos medioambientales ya demostrados, como el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente CO2, pero también de metano, como ha quedado registrado en algunos lugares donde se practica, como en Colorado. Por otro lado, en ocasiones se ha coincidido en asegurar que la actividad sísmica registrada en Ohio, Arkansas (EEUU) o en el área de Blackpool (Reino Unido) en 2012 son consecuencia de la actividad realizada para obtener gas pizarra, y también seísmos ocurridos en el área de Oklahoma. Desde Shale Gas España, se reconoce también la relación entre terremotos y fracking, y aunque restan importancia a los niveles sísmicos registrados, éstos se registran.
Otro problema es el del secretismo que envuelve los elementos químicos utilizados por parte de las empresas que lo explotan. Se ha encontrado en análisis, que las 14 compañías principales en EE.UU. que practican el fracking emplearon 650 compuestos químicos, que contienen elementos clasificados como cancerígenos o contaminantes para aire y agua. En el estudio de la organización The Endocrine Disruption Exchange, se analizan las 362 sustancias claramente identificadas. Los efectos de cada una de ellas son claros: el 25% puede causar cáncer y mutaciones, el 37% podría afectar al sistema endocrino, más del 50% causarían daños en el sistema nervioso y casi el 40% provocan alergias.
Como consecuencia de todos estos datos que se van descubriendo, el pasado mes de abril, el Gobierno autonómico aprobó por ley prohibir el uso del fracking en Cantabria por las incógnitas y dudas más que razonables, además de los efectos demostrados, que presenta a su juicio la fractura hidráulica.
¿Cuáles son las consecuencias demostradas del fracking?
En cuanto a los efectos por el uso del agua, conlleva contaminación de las aguas subterráneas por fugas en las tuberías que transportan los estos productos químicos.
También necesitan de un elevado consumo de agua para llevar a cabo la fractura hidráulica (entre 9.000 y 29.000 metros cúbicos de agua para un solo pozo).
Contaminación atmosférica, por emisión de gases de efecto invernadero como el metano (con una capacidad como GEI 25 veces mayor al CO2).
Terremotos inducidos por las explosiones.
Contaminación acústica e impacto paisajístico.
La industria del fracking asegura que las fugas de metano son inferiores al 2% pero un reciente estudio de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) y de la Universidad de Colorado, determina que en ocasiones éstas fugas han llegado al 4%, sin incluir las pérdidas adicionales en el sistema de tuberías y distribución. Esto supone más del doble, por lo que lo más urgente es cuantificar las fugas de metano a la atmósfera con exactitud.
Las empresas encargadas de gestionar este gas extraído mediante fracking, argumentan también que así disminuimos la quema de carbón, pero si las emisiones al llevar a la práctica el fracking superan el 2%, no se reduce el efecto de estos gases en el cambio climático, no es un medio eficaz.
Con todos estos efectos demostrados y con la poca regulación en materia de seguridad y control, el fracking se muestra como una técnica tremendamente impactante en el medio, contaminante y no tan rentable como parece en un principio. No en vano, son muchos los países que están paralizando de momento el uso de esta técnica (como en varios estados de EEUU) o, como en Cantabria, Francia o Bulgaria, prohibiendo su uso. Las renovables, que en España son actualmente las energías más rentables y viables, sobre todo la eólica, parecen continuar siendo las más viables a nivel de impacto en el medio ambiente y rentabilidad. A pesar de éstos estudios, parece que aún hay un debate abierto sobre el uso del fracking, con no sencilla solución.